Mazyta, la gatita sin patitas

Mazyta es una gata sin patas y es la protagonista de una historia preciosa, llena de momentos difíciles. Paola Aguilera es su dueña y a través de esta experiencia nos está dando a todos una lección de vida que no tiene precio. Todo empezó en Santiago de Chile, hace seis años, apareció una gata de dos meses en casa de Paola, muy delgada y frágil, la llamó Luly, la adoptó, la cuidó y le dio todo el cariño que necesitaba. Al cabo de un año, se quedó embarazada.

Un día la oyeron gritar desde fuera, alguien la golpeó, le fracturó la cola y perdió a sus gatitos. Pasaron algunos días y se recuperó, finalmente quedó un gatito dentro de ella, así que la cuidaron y la mimaron mucho. La única cría que tuvo Luly nació el 12 de febrero de 2010, y aquí es donde la dueña nos cuenta que la vida le trajo este pequeño regalo a ella y a toda su familia, la llamaron Mazyta. Pasaron unas semanas y no le crecían las extremidades, no caminaba como un gatito normal. Su mamá gata no dejaba que nadie se le acercara, la tenía sobreprotegida.

Un día, por accidente, Mazyta se cayó de la cama y se fracturó la pequeña extremidad posterior derecha. La mamá de la dueña la llevó al veterinario y esta fue la respuesta “A esa gata no le doy ni un mes de vida!, yo podría sacarte todo el dinero que quisiera y aun así morirá, debe aplicarle la eutanasia, su hija al tenerla así está generando una especie de maltrato animal, y eso podría ser demandable”. Después de llorar por la impotencia de la situación, Paola, demostró su valentía y perseverancia, siendo estudiante de enfermería contaba con algunos recursos, así que decidió curarla ella, con un palo de helado, cinta y venda, también la medicó para que sintiera menos dolor. Después de la primera experiencia con este veterinario no quiso llevarla a ningún otro. Pasado un mes su muñón se recuperó y ya se movía para todos lados, como consecuencia se hizo heridas que también fueron curadas por Paola, que empezó a entender los cuidados que iba a necesitar Mazyta en su vida, y todo lo que le iba a enseñar.

Mazyta ya tenía dos meses y una dueña dispuesta a todo por mantenerla en vida, Paola investigó en foros y descubrió todo un mundo en internet nuevo para ella: asociaciones de defensa de los animales, comunidades, plataformas, foros. Tuvo la suerte de dar con una veterinaria fuera de lo común, la doctora realizó la esterilización de Mazyta a pesar de las dificultades ya que al no tener extremidades, no había acceso venosos para aplicar la anestesia, finalmente todo salió bien y Mazyta creció cada vez más.

La madre de Mazyta, Luly, murió a los 2 años y 9 meses de edad víctima de la crueldad de un humano, uno de los días más tristes de la vida de la dueña que no sabe cuánto llegó a llorar.

El día a día con Mazyta sigue lleno de retos y responsabilidades, se le realizan baños de hidroterapia para fortalecer su musculatura, su caja de arena no tiene arena si no pañales. Es una gatita muy comunicativa, sabe cómo expresar si tiene hambre, está molesta o tiene que hacer sus necesidades.

Un día que Paola estaba en la mesa electoral y Mazyta se quedó sola en casa, se cayó de la cama de Paola, porque quería orinar y no había nadie para ayudarle, se volvió a fracturar su muñón, pero esta vez, al ser más adulta, la fractura fue más grave. Cuando la dueña llegó a casa, la gatita emitió un grito espantoso. Lloró desesperada y gritaron juntas, finalmente, con la ayuda de su padre, consiguió una clínica veterinaria 24h donde le hicieron unas radiografías y le dieron calmantes, costó un dineral, no la inmovilizaron ni le dieron medicamentos ni recetas, el diagnóstico era amputarla desde la cadera. Una veterinaria del mismo centro le aconsejó llevarla a la FAVET (Facultad de Veterinaria de la Universidad de Chile) y le recomendó la inmovilización de Robert Johns “la amputación es la última opción, no se rinda”les dijo la doctora. El tratamiento y los viajes a la Facultad suponían costes que Paola y su familia no podían asumir, pero ahí fue cuando recibieron ayudas y donaciones y finalmente pudieron hacer el tratamiento para Mazyta, que logró curarse.

La gatita ya tiene 5 años, y cada día es una lección con ella, Paola nos cuenta que no sabe cómo explicarnos lo que siente por esta gata. No sabe si todo lo que ha hecho por ella es lo correcto, pero lo ha hecho en base al amor más puro que puede existir. Mazyta es una gatita feliz, activa y juguetona, un ser que es todo energía y luz. Esta gata, a la que el primer veterinario que la visitó no le dio más de un mes de vida, es parte de una familia, es Mazyta, la gatita sin patitas y la dueña está dispuesta a abrir las puertas de su casa a todo aquel que quiera conocerla.

Desde Mi Perro Es Único queremos agradecerle a Paola el haber compartido con nosotros su conmovedora historia, pero sobretodo, el habernos dado una lección de humanidad de la que todos tenemos mucho que aprender ¡Muchas gracias y mucha suerte Paola!

Artículo por: Miperroesunico.com

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