En muchas ocasiones podemos observar como los perros persiguen a los gatos en más ocasiones, esto ocurre más que a la inversa, es decir, que los gatos suelen ignorar más a los perros. A pesar de ello, debemos tener en cuenta que los perros respetan mucho más de lo que parece a sus amigos felinos. Su estilo de vida más solitario e independiente hace que se sientan atacados cuando son acorralados y por eso pueden resultar peligrosos ya que su instinto será defenderse.
La actitud del gato, siempre listo para el ataque, y las armas que muestra con facilidad cuando se siente en peligro, es lo que hace que los perros, hasta los más peligrosos, se retiren y huyan incluso después de haber conseguido acorralar a un gato.
Seguro habéis visto en más de una ocasión, un perro persiguiendo a un gato que se sube a un árbol o a otro lugar seguro en las alturas, solo tiene que esperar a que el perro se vaya para volver a bajar. Si la persecución termina en una valla de un jardín por ejemplo, el gato tendrá que mostrar sus garras e intentará arañar al perro. De ahí la expresión “valor gatuno”.
En el libro “100 maneras de entender a su gato” de Roger Tabor (reconocido mundialmente como una de las principales autoridades en gatos) encontramos una historia que habla de la valentía de los gatos. Se cuenta que una mujer entró a su casa y un agresor la esperaba con un cuchillo y la amenazaba. El gato de la señora le saltó a la cara desde las escaleras, le arañó la cara y salvó a su dueña. Según el libro, es muy probable que esta valentía se debiera a que el gato se asustó al sentirse acorralado y encontró la vía de escape atacando al extraño.
Artículo por: Miperroesunico.com
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