Mi perro tiene celos de mi pareja

Chiki es un pequeño perro pequinés que los últimos 3 años ha sido el único acompañante de Paula en su pequeño piso de una gran ciudad. Chiki siempre ha sido un perro muy tranquilo y cariñoso pero la llegada de Pablo ha transformado al can, que se muestra irascible, posesivo y agresivo. ¿Cómo podemos solucionarlo?

Que los perros tengan cierta sensación de posesividad con sus amos es algo normal, sin embargo, en determinadas circunstancias, cuando la sociabilización del animal no ha sido del todo óptima, y por ejemplo, ha pasado muchas horas sólo con su dueño/a, luego les puede resultar complicado dejar su ‘trono’ a otras personas o animales que le desplacen por una cuestión meramente natural.

Es el caso de Chiki, que no ha entendido que ahora su dueña tiene sus mejores atenciones para Pablo, y que él ha quedado en un segundo plano. Tanto es así, que cada vez que Pablo llega a casa, el can le ladra incansablemente, hace amagos de morderle y se muestra muy agresivo con él.

¿Cómo podemos evitar este tipo de episodios de celos por parte de nuestras mascotas?

En primer lugar debemos entender que hay dos tipos de celos, los celos sexuales (perros que quieren controlar a sus hembras), o celos por atención (la mayoría), en los que el animal está acostumbrado a un nivel de atención y las nuevas circunstancias como puede ser un nuevo inquilino en el hogar, un bebé, u otras cosas, le desplazan con el consecuente ataque de ira para el can.

Detectar que un perro tiene comportamientos de celos es muy fácil, los síntomas suelen ser irritabilidad ante la persona que le ‘usurpa’ lo suyo, cambios en el estado de ánimo, reacciones de posesividad con el amo (no le deja ni a sol ni a sombra, ni deja que nadie se acerque a él sin ladrar), e incluso la destrucción de objetos.

Cuando detectamos estos comportamientos debemos tomarnos muy en serio la reeducación del perro antes de que sus acciones desencadenen en discusiones entre los que viven en la casa.

En primer lugar, cada vez que se produzca un comportamiento de este tipo, la persona que debe afrontar la regañina y las represalias debe ser la persona por la que el perro se siente ‘abandonada’, nunca la persona de la que el perro tiene celos. Debe ser el dueño si fuera el caso quien debe atajar la situación y utilizar el bozal para, con tranquilidad colocárselo al can y demostrarle que puede estar en la sala pero sin ladrar y sin comportamientos groseros.

Es muy importante que aunque nos lleve tiempo la reeducación no se ceda en las acciones. Otra cosa que podemos hacer para mejorar la convivencia es que la nueva persona sea asociada por el can con acciones positivas como paseos, caricias, juegos entre los tres, ó recompensas en forma de golosinas caninas.

En el caso en que se mantengan las hostilidades a pesar de haber intentado durante más de 4 semanas seguidas la reeducación con el bozal, sería el momento de acudir al veterinario en busca de otras alternativas.

Artículo realizado por: Miperroesunico.com

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