Mi perro está triste ¿Cómo puedo animarlo?

El ser humano no es la única especie a la que le afectan los cambios estacionales, los reveses o cambios vitales, o las pérdidas físicas. Los perros son animales extremadamente sensibles que acusan fuertemente todo lo que afecta a su entorno, pudiendo estar ‘depresivos’ durante un periodo de tiempo determinado según las circunstancias.

Thor es un precioso perro labrador que bien podría haber sido actor de anuncios de perros. Con un carácter noble y alegre, hace las delicias de la familia que lo acogió hace ya 6 años. Siempre ha tenido ganas de jugar y se ha congeniado a las mil maravillas con los tres niños que componen la familia donde reside. Sin embargo, desde hace algunas semanas, un halo de tristeza ha invadido a Thor, que ya no quiere salir de su caseta. ¿Cómo podemos tratar a un perro que está triste? La respuesta la encontramos en las siguientes líneas.

Los perros son animales muy sensibles a su entorno, al estado anímico de sus dueños, así como a los cambios de ubicación o al abandono. En el caso de Thor, una mudanza reciente de una ciudad a otra, el ajetreo, los camiones, el viaje, la nueva ubicación… Todos estos componentes le han arrastrado sin darse cuenta a un estado triste en el que el perro no demuestra interés por su nuevo hogar, ni se comunica de una manera sana con sus dueños.

¿Qué pueden hacer sus dueños?

Como siempre, la madre de todas las terapias animales es la paciencia. Debemos entender a nuestro perro, como entenderíamos a un humano que pasa por esas circunstancias y se encontrara apático o triste. Es algo ajeno a su voluntad, es más, al perro le encantaría sentirse mejor. Para ayudarle debemos en primer lugar compartir su duelo, y respetar con mucho mimo que durante unos días no quiera relacionarse mucho con el entorno.

En segundo lugar, debemos hacer entender al animal que ese cambio tiene cosas nuevas, y por ejemplo, llevarlo a pasear con frecuencia por su nuevo barrio para que empiece a ver el lado positivo, dejándolo quedarse más tiempo de lo normal, e incluso olisquear los lugares más de lo normal. El deber del dueño es conseguir que el can acepte como suyo cuanto antes ese nuevo territorio que ahora no reconoce.

Otra de las cosas que podemos hacer es actividades con toda la familia que consistan en atenciones y juegos con el perro que terminen siempre dentro del hogar con caricias y recompensas para el can.

Poco a poco, al igual que le pasa a las personas, el animal irá habituándose a sus nuevas posesiones y recuperará la alegría habitual, producto de la confianza y la falta de temores. Es importante que el animal entienda que aunque nos hemos cambiado de lugar, éste cambio no se va a repetir a menudo, y que puede acuñar su nuevo domicilio como el definitivo. A los animales, como a la mayoría de los seres humanos, no le gustan los cambios y la sola amenaza de que un hogar no puede ser el definitivo (mensaje que el perro ha entendido del reciente cambio),  puede ocasionarle inseguridad.

Artículo realizado por: Miperroesunico.com

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