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Ladridos insoportables. Cómo enseñar a un perro a expresarse sin hablar

Ladridos insoportables

Nuestras mascotas son siempre una compañía entrañable y educativa, sin embargo un perro mal adiestrado suele manifestar todas sus emociones a base de ladridos, con la consecuencia molestia para sus dueños e incluso para sus vecinos. Evitarlo es más fácil de lo que parece.

Darko es un perro pequeño, amigable y muy juguetón. Sin embargo, para Darko expresar alegría, ganas de jugar, ganas de salir a la calle o comunicar tristeza, soledad, rabia, o invasiones a su intimidad tiene el mismo nombre: ladrido. Para sus dueños resulta muy frustrante ya que al ser un perro tan activo, y sentir tantas emociones, sus ladridos son famosos no sólo en su casa, sino lamentablemente en todo el vecindario.

Tal es el caso, que en verano, la familia tiene que trasladar muy a su pesar a Darko a la finca veraniega para estar sólo, porque el can es incapaz de contenerse con las emociones típicas de las vacaciones (niños jugueteando, ruidos hasta más tarde, ganas de salir y jugar).

¿Deben resignarse a que el perro manifieste todas sus emociones a ladridos? La respuesta es que no. Con entrenamiento y cariño se puede conseguir que cualquier animal, habituado a expresarse en ‘voz alta’ consiga aguantar los ladridos a la vez que envía el mensaje que sea a sus dueños. ¿Cómo? Muy sencillo.

En primer lugar, tenemos que tener a mano un bozal, y lo segundo algún tipo de recompensa nutritiva (pavo, galletitas para perros, huesitos). Se trata de ir enseñando poco a poco al perro que si ladra no sólo no conseguirá sus objetivos (salir a la calle, jugar, llamar la atención), sino que se perderá el premio que tenemos preparado para él.

La clave es no perder la paciencia, en todos los procesos educativos el dueño debe permanecer muy tranquilo, como si no le importara nada que el perro ladrara. Sólo desde la tranquilidad del dueño tendrá lugar el cambio de actitud del perro.

Durante la primera semana, es muy importante que cada vez que escuchemos ladrar al perro le pongamos el bozal y le expliquemos con gestos de silencio que esa actitud no nos gusta. No debemos gritar, ni gesticular en exceso. Sólo cuando se haya calmado, debemos quitárselo y acariciarlo o premiarlo. Dependiendo de la situación por la que haya ladrado, cumpliremos sus deseos o simplemente le premiaremos por su silencio.

Si hemos realizado el entrenamiento con éxito la primera semana y notamos que el perro cada vez ladra menos pero aún sigue ladrando, deberemos seguir con el bozal al menos otra semana más. Es muy importante estar muy atento a si el perro ladra y colocar el bozal, porque queremos que el can relacione los ladridos como un comportamiento que le llevará al temido bozal, y con el que además no consigue la atención y los cuidados de su amo, y mucho menos salir o divertirse.

A partir de la tercera semana, eliminaremos el bozal para simplemente sustituirlo con una mirada o un gesto con la mano si el perro comienza a ladrar. Es importante recordar que si el perro lo hace bien, hay que intentar durante el primer mes de entrenamiento premiarlo. 

Y ya está. Con paciencia y estos sabios consejos enseñaremos a nuestro perro a expresar sus deseos y emociones sin hacer ruido.

 

Artículo realizado por: Miperroesunico.com

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