Los gatos buscan el calor, lo sabemos por experiencia, por eso no es de extrañar que esta sea su época favorita del año. La adoran. Al igual que pasa con los perros, aunque en los felinos es menos común, debemos extremar precauciones en lo que a los golpes de calor se refiere. Nunca lo dejaremos encerrado sin vigilancia en un espacio pequeño. Si la temperatura corporal de nuestro gato aumenta de forma repentina e intensa, trataremos de bajarle la temperatura de forma progresiva y gradual y lo llevaremos a un veterinario especialista lo antes posible.
Los viajes en vacaciones
Tomar la decisión de llevar o no al gato no es fácil. Es uno más de la familia y tienen todo el derecho a venir con nosotros de vacaciones, aunque a veces es mejor pensar en sus prioridades, valorar qué es lo más apropiado para él.
El gato se viene con nosotros
Si decides compartir tus vacaciones con tu gato, no debes olvidar el medio de transporte en el que vas a realizar el desplazamiento, ya que según sea un coche, un tren, un avión o un barco, puede variar la forma de llevarlo. Por otro lado, llevaremos siempre la tarjeta sanitaria del animal así como los papeles de la mutua (si la tiene).
Es recomendable consultar al veterinario si nuestra estancia vacacional requiere algún tipo de vacunación extra en nuestro felino, así como vacunas u otros cuidados que quizá tengamos que tener en cuenta. Si el viaje es fuera de nuestro país, será necesario solicitar una documentación especial (un pasaporte sanitario). Será imprescindible que lleve un chip que lo identifique por si se pierde. Y en su maleta, no podemos olvidar poner sus juguetes, el cortaúñas, el cepillo o peine, el comedero y el bebedero.
Si el viaje tiene una duración de menos de 10 horas, recomendamos no darle alimentos para evitar los vómitos y disminuir los posibles mareos. Los gatos son animales nerviosos, que se estresan con facilidad cuando son sacados de su zona de confort, en la que controlan el territorio. Por ello, es aconsejable facilitarle un sedante ligero, siempre aprobado por un veterinario.
Se quedan cuidando la casa
Otra opción menos arriesgada es dejarlo en casa, y pedirle a algún amigo cercano o familiar que realice visitas periódicas para ponerle comida y agua, limpiar la bandeja de arena, jugar con él un rato y, lo más importante, hacerle mimitos. Si no tenemos esa suerte tendremos que buscar un cuidador especializado o para buscar el que más nos convenga. Es recomendable también, dejarle el teléfono del veterinario a mano por si hubiera cualquier emergencia.
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Artículo por: Miperroesunico.com
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